jueves, 9 de septiembre de 2010

Para ti

Dicen que Van Gogh sólo logró vender un único cuadro en vida. Yo, que si pretendiera llegarle a la suela de los zapatos aún de muerta llego tarde, me siento, sin embargo, inmensamente halagada –imagino que como él en su día- por mi discreta seguidora. Aunque no deje constancia de su paso por este blog, sé que esté donde esté, me sigue el rastro como una palomita. Por poco que le dé de comer, allá está picoteando lo que le eche y sin quejarse. Si con lo de paloma no te he devuelto el halago, perdóname, no he sido especialmente dotada para el mundo de la moraleja.

Hoy pienso en ella desde un Berlín casi invernal. Quizá porque el saber que ha estado aquí me reconforta y anima a seguir adelante o porque sé que desde la distancia está por embarcarse en mi mismo vuelo y eso me ilusiona

Vas a subirte a un avión que tardará en aterrizar, aviso. El mío ha atravesado el Atlántico varias veces, me ha devuelto a casa y ahora me tiene dando tumbos por aquí arriba. Lo del aterrizaje se plantea incierto. De momento me siento cómoda en esta butaca de tercera. Aunque hayas dejado de contar los días que te quedan para partir, por el estrés que ello conlleva, no te preocupes. Verás que al dejar Barcelona (nuestra querida Barcelona) atrás se alejan tus preocupaciones y vas notando como una página en blanco va clareando tu mente. Sí, por supuesto que te sentirás náufraga en un mar de dudas, preguntas y gestiones de principiante, pero todo eso forma parte de la aventura. Lo importante es saberse siempre capaz, siempre valiente y siempre querida. La duda nos acompaña siempre, si no que me lo digan a mi que la tengo aquí sentadita a mi lado mientras te escribo.

Mi consejo: patada al cómo, cuándo y dónde y alianza con el aquí y ahora. Serán los únicos que te servirán de guía allá donde vayas.

Vaya, me he vuelto a marcar un gol sentimental, ¿no? Sorry, hay cosas que nunca cambian.


¡Un abrazo!

martes, 10 de agosto de 2010

Not worth a title

Bloggers, cierra el chiringuito, pero no teman! Traslado el campo de batalla algo más cerquita, a partir de Septiembre emprendo nueva aventura: Berlín! Ni corta ni perezosa vuelo a alzar el vuelo. Esta vez de la mano de la ley -que ya la echaba de menos-. Si algo he comprobado este año es que por muy descoloridos que hayamos nacido, las fronteras existen para todos y que por más caña que nos pida el cuerpo, las trastadas mejor que queden en casa. Europe, here I come!

¿Mis planes? Por lo pronto, un par de maletas con mucha ropa de abrigo, dos meses de alquiler por adelantado, una entrevista incierta y muchas ganas de improvisar. Life's short, y el tren sólo pasa una vez, te subes o te quedas. Para saltar del vagón siempre se está a tiempo. Y de parada en parada una pasadita por casa. Nunca está de más reponer existencias afectuosas y dejarse mimar un poco por los de casa.

La verdad es que está siendo un Agosto cargado de sorpresas. Entre alegría y alegría alguna sopresailla ingrata. Bueno, de eso trata la vida imagino, te empuja para que vuelvas a levantarte, ¿no? Pues eso, aquí sigo, caminando a paso firme y mirando al frente, feliz por seguir en pie y dirigiéndome a nuevos horizontes. Supongo que por eso me he permitido salirme de la raya y romper con mi clásica línea de posts formalitos. Porque hoy escribo igual que ando, dejándome llevar a no sé exactamente dónde.

miércoles, 9 de junio de 2010

Daydreaming at apartment 18

¡Habemus hogar!

El término "piso" ya no da la talla. Home sweet home es la frase del mes. Un par de visitas a Ikea más tarde, algo de froti-froti y la llegada de Sofía han acabado por poner la guinda a este sueño. Friends llevado a Brooklyn de estreno en 252 N6th.

Dos nuevas válvulas laten en el corazón de Williamsburg. La pasan entre taladros, fogones y mañanas mojadas en café. La jornada empieza entre muesli y soja, unas duchas y pinceladas del planning del día. Como buenas roommies, mientras una hace dishes y la otra acaba de desperezarse, compartimos timings y schedules respectivos, risas e incluso alguna prenda de ropa.

Este simulacro de emancipación tiene nombre, historia y, por desgracia, fecha de caducidad. Pero mientras no toque despertarse a seguir soñando.


Muy buenas noches.

Wet Wednesday portrait


Even rainy days feel charming from this window. The neighbor’s rooftop has this cold and water-glossy look instead of the usual grill-black color of the warm days. The sun is hidden somewhere behind these grey clouds and the wind seems to have muted the bird's singing. The red bulb of the traffic light at N6th and Roebling shines brighter than normal. Today people walk anonymous under their umbrellas. Not a single laughter or a quiver popping out of the high school walls across the street. It's 5pm and all I can hear is the background whisper of my old fridge. Quiet, quiet, quiet. Williamsburg rests.

martes, 4 de mayo de 2010

Habemus piso!

¡Misión cumplida!, como diría Emilio Aragón si NY se transformase en tablero y Lydia Bosch se volviese a enfundar su maillot azul de cheerleader. Sí, ¡lo hemos conseguido! Unas cientas de latas de sardina más tarde y unas cuantas cajas de cerillas después, hemos dado con EL piso: un híbrido entre cajón de ropa interior y caja de zapatos (size 50, por eso!). Sí, es petitó pero durmiendo se cabe estirado: dos habitaciones, un mini living con cochina, bañito y hasta un closet extra.

  • Pros: luz, vistas, situación y gimnasio incluído! Sí, es un quinto sin ascensor, así que espero ganar en sol lo que pierda en líquidos.
  • Contras: que aún no le veo contras.

Lectores, como sé que sois escasos, quedáis todos oficialmente invitados a nuestro nuevo home brooklyreño. Seguiré esforzándome por rebajar la calidad y la cantidad de mis posts por si acabo arrepintiéndome de la invitación, pero hasta nuevo aviso, ¡todos bienvenidos!


Happy greetings desde Williamsburg!

lunes, 3 de mayo de 2010

Earth Matters

Un extraño rincón escondido por el Lower East Side neoyorquino que se declara raruno con orgullo y luce su quinoa teñida de remolacha a mucha honra. Vivan los veggies y este por partida doble, pues no sólo ofrece bio-papeo preparado, zumos de brócoli o una amplia sección de vegan supermarket. Tiene conexión wifi, sofás y hasta una terracita de lo más cuca.

Como buena admiradora de la cultura tofu recomiendo a los seguidores del universo soja que no dejen de visitar este madriguera naturista. Degustaréis el menú más colorido que jamás hayáis probado y disfrutaréis de un ambiente zen de lo más relajante. Y para rematar la tarde con un ommm cultural podéis finiquitar el día con el documental de turno que echen en Houston con la 1ª.

http://www.earthmatters.com/

P.D.: Siento el pragmatismo de este último post, prometo algo más de chicha barbaril en el próximo. Hasta entonces seguiré buscando lo extraviado en rinconcitos raros.

Se busca!

Extraviada inspiración tuticolori de 24 años de edad, unos cuantos muchos gramos de peso y con alguna que otra tuerca suelta. Se la vio por última vez hará cosa de un mes en Bleecker con Thompson, rebozada en cacahuetes. Por favor, contacten con su propietaria si tienen alguna pista.

Visto que no he recibido respuesta a mi reclamo he decidido volver a la city para recuperar lo perdido. Pero nada, no hay rastro de ella. Así que una de dos: o se está haciendo de rogar más de la cuenta o se ha fugado a otra parte. Nunca pensé que tuviese que ponerme a jugar al pilla-pilla a estas alturas, pero al parecer, cuanto más trazaditos tenemos los planes y más ordenadita la cabeza, más propenso es todo a venirse abajo.

De repente me siento como Z en su montaña rusa; que si looping por aquí, tirabuzón por allá… Qué mareo! Pero no hay mal que por bien no valga o eso dicen los que ya no saben a qué extraña lógica acogerse. I’m in guys!

Dizzy greetings desde los Nueva Yores!

domingo, 28 de marzo de 2010

Cacahuete paradise

¡Alérgicos abstenerse! En plena orta del Village hay cover free destino Texas. En Bleecker con Thompson se encuentra The Back Fence, un entrañable antro familiar que acoge el country más neoyorquinizado de la ciudad. El sitio perfecto para tararear “las del coche” entre amigos, cervezas y nuts o disfrutar de las impros y de la cercanía del Cash de turno. Manteles estilo picnic, restos de adornos de hace 15 Navidades, microclima cervecero y el toque de la casa: una alfombra de polvillo de cáscara de cacahuete. El súmmum de lo trashy, el top ten de lo cool. A todo alternata semi-digno debe sonarle como mínimo el nombre.

Entre sus asiduos brotan como setas los de mi especie, los de paso. Unos se conforman con una sola sesión de steady Matt, otros lo incorporamos durante unos meses a nuestro schedule semanal. Pero todo lo bueno se acaba. Mi última sesión de martes noche puso fin a “Bárbara en NY”, season 1. En escena los de siempre, de props unas birrillas y en off un steady Matt más tierno que nunca. Su Cecilia versionada hizo sonreír un día más a Sofía y nos arrancó unas cuantas carcajadas al resto de cómplices. Volvimos a hacer diana con los cacahuetes, a ahogar nuestras penas en malta, a brindar por el presente y a fantasear sobre el futuro. Esta vez hasta nos calló una ronda a cortesía de un New Yorker o muy sediento o con los bolsillos muy llenos.

Esa noche el metro no quiso ser menos y, en un ataque de celos, me cambió el recorrido del tren a mitad de trayecto dejándome al amparo de un Tribeca desolado. Mi último recorrido matutino por un SOHO desértico me regaló esos minutos de reflexión neoyorquina que tanto echaba de menos. Para cuando los bostezos empezaron a ganar terreno a mi estado zen, surgió un taxi de la nada que se ofreció a llevarme gratis a casa. Tres rechazos polite más tarde, acabé aceptando el ride y ahorrándome media hora de metro y unos cuantos dólares.

Como cada martes antes de meterme en la cama, descubrí un par de polizones en mis botas, dos cacahuetes suicidas que lancé a la papelera junto a mis 7 meses de Nueva Yorks, de subways y de historias. Porque al fin y al cabo, las experiencias, como los cacahuetes sirven para desencascarar, saborear y desechar. No desaparecen, se convierten, como en The Back Fence, en la superficie que pisamos para seguir caminando.

jueves, 4 de marzo de 2010

Le Pain Quotidien

Tengo una loncha de salmón ahumado en la boca, resquicios de la fuente de Bryant Park a la vista y la melodía de Memphis en la cabeza. Durante el espectáculo me preguntaba "qué pasaría si explotase una bomba en estos momentos, ¿sabría alguien que estaba aquí?" Y he descubierto que me encanta sentirme así, sola. No me refiero a la soledad desoladora, sino a la otra, a la independencia. Ahora que empiezo a revolotear solita me parece increíble que haya fecha de vuelta al nido.  Paradójicamente, a 21 días exactos de irme siento que estreno etapa. Raro, verdad? Pero es cierto, puede que deje aquí mis moonboots y las batallas que vencimos juntos sobre aceras asesinas y pavimentos medievales entre bocinas, chirridos de raíles y demás entrañables amorfidades neoyorquinas que hacen de ésta, una ciudad única. Pero me llevo tanto. Por encima del recuerdo de 6 amaneceres multiplicados por 30 y sus respectivas 24 horas de anécdotas varias, la experiencia. Creo que por fin he aprendido a relativizar la vida, a vivirla con paciencia y a afrontarla con filosofía. Si llego a verme hace 10 años creo que me hubiese desesperado, pero ahora me asusto sólo de pensar que las cosas hubiesen podido salir diferentes.

Si los recuerdos cobrasen forma y tuviese que llevármelos de vuelta reflotaría a Iberia de la crisis. Si cobrasen sobrepeso por ellos no sabría cuáles dejar aquí. Sin duda, me llevaría este mismo instante empaquetado en porexpán: a la extraña pareja que acaba de sentarse en la mesa alargada y a la mujer de acento gracioso que tengo enfrente. Me llevaría el Nueva York de este mismo santiamén; opaco y casi apagado, inquieto por vaciar sus aceras y a la defensiva del temporal. Un Nueva York bipolar, abrigado y vestido con personalidad. Recolectaría también, uno por uno, todos mis despertares, el recuerdo de cada uno de ellos desperezándome y volviéndome a esconder bajo el nórdico en los días de frío.  Nunca el sonido de una alarma se me había hecho tan ameno. Un pitido que anunciaba la llegada de un nuevo día aquí. Intento reproducirlo en mi mente y ni me acuerdo, pero aunque no volviese a escucharlo en 100 años sería capaz de reconocerlo desde la tumba.

Me esperan tres semanas de no parar, planificadas minuto a minuto, pero entre churrascos, visitas, teatro, rehersals, snow storms y scripts a veces me acuerdo de dónde estoy y todo el estrés cobra sentido.  Cómo, cuándo, dónde, por qué… al carajo con todas las W-questions que nos marcaron a fuego lento en la escuela ¡Y yo qué sé! El tiempo dirá. Al fin y al cabo, es el único profeta que nunca ha fallado. Lo único que sí sé es que preocupándome por lo que no llega me pierdo lo que ha llegado y, como no sabemos cuándo nos marcharemos, es un precio que no estoy dispuesta a pagar.  

jueves, 18 de febrero de 2010

Hoy toca

Cada no sé cuántos días tengo uno de esos días. Sí hombre, sí. Aquellos en los que te levantas contenta y repasas las alegrías que te ha dado la vida últimamente para ver qué ha podido provocar tanto optimismo de golpe. Vale, de acuerdo, hay muchas cosas de las que alegrarse y dar gracias, pero ninguna fuera de lo normal. Pero sonríes.
Te miras al espejo mientras te lavas los dientes y sonríes al verte la boca rebosando de espuma. Te lees la caja de cereales mientras desayunas y sonríes al descubrir que los cornflakes también sirven para rebozar meatballs. Te pones los calcetines, descubres que uno tiene un agujero y sonríes porque se te asoma el dedo. Sí, en lo que llevamos de mañana habré sonreído ya como 30 veces.
Repaso mi semana y entre lo más destacado resalta un tajo que me hice en el pulgar haciendo sangría, un viaje de dos horas ida y  dos horas vuelta a Staten Island para una entrevista y otra tormenta de nieve. He tenido semanas mejores, la verdad… Pero me veo reflejada en la pantalla del portátil y, ¿sabéis qué? ¡Bingo! Sigo sonriendo.
Podría achacarle al colacao mañanero este efecto happiness, pero creo que cada no sé cuántos días toca tener uno de esos días porque sí.
Porque a pesar de la doble sangría que acabé montando, mantengo mi pulgar intacto; porque el commuting a Staten Island duró cuatro horas en vez de cinco y porque gracias a la nieve he podido estrenar mis moon boots.
Todo tiene su lado bueno y su lado malo. Y, aunque a veces parezca difícil alejar la vista del malo, un día como hoy te levantas y te das cuenta que es cuestión de tiempo y que el único lado que persiste es el bueno.

Aquí va un regalito para todos aquellos que deseen contagiarse del “virus rosa”, 5 minutos preciosos recién extraídos de la guinda que adorna las salas de cine americanas estos días, Crazy Heart.  ¡A disfrutarlos!

martes, 9 de febrero de 2010

Sinclair en NY

El señor del tiempo anunciaba tormenta de nieve para hoy. Los colegios públicos llevan cerrados todo el día y han eximido a los niños de clases hasta mañana. Dicen que más vale prevenir que curar, ¿no? He aquí otra perlilla neoyorquina, la cautela.

Pecar de previsor es ahorrar en remedios, aunque alguna que otra insensatez de vez en cuando no hace daño, ¿no? Que me lo digan a mí... Creo que mi cupo de locuras 2009 lo sobrepasé, entre otras, al venirme aquí. Queda pues por estrenar el boleto 2010 y algo me dice que a mi este año me caduca en marzo. ¡El tiempo apremia! ¿Cómo hacer buen uso de él? Difícil decisión, más cuando está en manos de alguien que puede tirarse más de dos horas decidiendo con qué modelito deleitar a un viernes-noche barcelonés.

Un día alguien me habló de un tal Sinclair... un chico bien nacido en mentes Hessesnses, cuyo inconformismo social le llevó a huir de su cómodo nicho familiar. Rechazó una vida pre-planeada para replantearse su rol en este mundo. Lejos de tacharme de inconformista yo también, no puedo evitar sentir cierta empatía hacia el muchacho. Es lo que tiene dar rienda suelta a los interrogantes que suspenden la vida, dar alas a la duda. Supongo que todo ser pensante simpatizaría con Sinclair en cierto punto. Sí, incluso yo utilizo el coco para algo más que decidir dónde me pongo el clip. El problema es que últimamente estoy abusando de mi hemisferio irracional. Me bulle la parte derecha del caldero que da gusto, pero es que, vistos los tiempos que corren, la creatividad es la única cualidad que queda por exprimir. 

Retomando a Hesse y su afán por escuchar al niño que todos llevamos dentro, estos últimos días me dabato nuevamente ante la insensatez y la sensatez. ¿Es sensato apostar por lo seguro si implica desatender los "propósitos del alma"? ¿Es insensato seguir abriéndose paso a tientas y apostar sin garantías de ganar?

Se acerca el momento de echar las cartas y no sé qué baza jugar. La impaciencia y el desconcierto son póquers que forman parte de esta baraja.

domingo, 7 de febrero de 2010

Brodway walk

El domingo pasado tuvimos el inmenso placer de cumplir el último antojo neoyorquino de una gran amiga, un gran reto que animo a todos los visitantes de NY a realizar. 5 inconscientes nos armamos de valor y "calentito-pack" en mano, nos calzamos las bambas, llenamos la mochila de existencias y pusimos rumbo a la 225th. Misión: recorrernos Broadway de norte a sur de Manhattan. 22km a 8º bajo cero. Metreamos hasta el puente fronterizo con el Bronx y tras la foto protocolaria de grupo pusimos el cronómetro a cero y a caminar! 

Sin a penas darnos cuenta dejamos Inwood Harlem y Washington Hights atrás en el mapa en cuestión de hora y media. 100 calles que culminaron en una fugaz parada de cortesía en el campus de Columbia. 2 fotitos y un fugaz sandwich de pavo más tarde, retomamos la marcha hacia Battery Park, límite sur de la isla desde donde salen los ferrys hacia Staten Island.

A partir de la 90th los carteles en español fueron difuminándose entre edificios majestuosos para dar paso al Upper West Side, barrio bien cuyas aceras se tornan cada domingo en un variado desfile de cochecitos, caniches ornamentados y parejitas in love. En pleno corazón residencial de la gran manzana se sumaron otros dos intrépidos al clan de senderistas urbanos. Ya somos 7!


A medida que aumentaban los suspiros menguaban los números de las calles. Pasado el tramo del Central Park llegamos a Columbus Circle, la 59th. Luces, cámara, acción! Carteles luminosos, pancartas publicitarias y teatros anunciaban la llegada de Times Square, la jungla de Midtown. El paseo se convirtió en una carrera de obstáculos. Aquí el fenómeno shopping no da tregua ni los domingos. Entre visas escaldadas y bolsas de Gap, Abercrombie, American Eagel y Macy's logramos abrirnos paso hasta Madison Square. Para cuando llegamos a Union Square el mercadillo ya veía cerrar sus últimos tenderetes y el sol empezaba a presentar dimisión. El Noho dio paso al Soho, donde se nos unieron los dos últimos fichajes del Broadway team, Marta y Toni, que portátil en mano nos escoltaron en la etapa final, el Financial District. A orillas del Hudson, Broadway se desvaneció entre la ya oscura tarde invernal. Meta alcanzada! 5 horas y media que entre sonrisas de satisfacción y gritos de júblio plasmamos en la gran foto de clausura. La ceremonia de la victoria tubo lugar en el último Starbucks de la isla. Un brindis de café latte después, vi cumplido el sueño de una amiga y finiquitado uno de los mejores domingos de mi vida.

sábado, 6 de febrero de 2010

NY al desnudo

Nueva York pertenece a esa clase de lugares que te hechizan lentamente sin que te des cuenta. Es como uno de esos amantes misteriosos que va seduciéndote sutilmente y para cuando quieres darte cuenta ya es demasiado tarde, te ha hecho suya. Su arte es el sigilo y tu condena el cautiverio. Parece que la ciudad se desnude lentamente ante ti y cuando crees que va a sacarse la última prenda descubres que aún faltan algunas capas hasta llegar a la guinda del pastel.

El as que se reservaba en la manga para hoy es Inwood, la última tajada de Manhattan situada al noreste de la isla que limita con el Bronx. Un pellizco dominicano que se debate junto a Harlem el nicho por excelencia de la comunidad hispana. Abundan os Ortega, Santiago, del Monte y Rodríguez. Salir de la parada 190 de la línea A es como aterrizar en pleno Santo Domingo. En vez de palmeras te encuentras con farolas, pero la atmósfera que las rodea sigue siendo 100% denominación de origen.

Entre colmado y colmado un puesto de plátanos adorna las aceras. El murmullo del tráfico se ahoga en ritmos latinos. Carteles y pancartas españolas eclipsan la lengua autóctono. Los carritos de compra ruedan al son de la bachata por los supermercados. Dos culturas solapadas en vías de fusión, juntas pero no revueltas. Un “Rey del Furniture”, un “Mundo Shopping” o un “Morena Beauty Saloon” hacen gala del fenómeno Spanglish.

Sí, la cultura yankie tendrá sus menos, pero si en su cuna real se mecen tantas culturas sin tirarse de los pelos, quizá vaya siendo hora de guardar algo de saliva para piropearla también de tanto en tanto.

Hay un Nueva York más allá de la antorcha del Hudson o del montón de cemento que conquistó King Kong, es cuestión de prestarse a la seducción y proponerse desenmascarar al anfitrión. Más que una gran manzana, esta ciudad parece una gran cebolla. Entre capa y capa quizá hasta brote alguna lágrima, pero de emoción!

jueves, 4 de febrero de 2010

Agradecimientos

Parece que no nos cansamos de repetir que los días pasan volando, pero es que realmente, el tiempo se te escurre de las manos y para cuando te das cuenta, “zas!”, ya estás hablando en pasado.

Parece que fue ayer cuando me planté delante del ordenador para comprar los billetes. No acababa de creerme que en cosa de un mes me plantaría en NYC. Pero sin darme cuenta llegó Septiembre y allá estaba, entre rascacielos y delis, tan campante. Sin saber bien cómo fui construyéndome una rutina a base de clases de teatro, cursos de publicidad, entrevistas, auditions y algún que otro currele esporádico. Sí, ha llovido desde entonces y mucho, pero al volver la vista atrás me doy cuenta de que durante toda esta trayectoria he estado muy bien acompañada. Nada de esto hubiese sido posible sin el apoyo de todos aquellos a los que hoy dedico mi media horita de inspiración Blogger.

En primer lugar quiero agradecer a mis padres su apoyo incondicional por no dejar de mostrarse entusiastas ante mi espontánea decisión de fuga. Desde el día 1 me animaron a lanzarme a la aventura, sonrieron al verme sonreír y se alegraron al verme contenta, deseándome una experiencia enriquecedora, confiando en mi iniciativa y ayudándome a dar este paso. Sin ellos no estaría aquí, así que les cedo a ambos el primer puesto en mi ranking de agradecimientos.

A los amigos y familia que dejé atrás, pero que sin embargo me han acompañado día a día con mails y llamadas de apoyo decirles que, a pesar de la distancia, nunca los había sentido tan cercanos. Gracias.

A los nuevos que han ido brotando por el camino desde que llegué aquí, más de lo mismo. Mi enamoramiento de NY se hubiese reducido a un inocente flirteo, si no hubieseis recorrido conmigo de la mano cada uno de los rincones de esta ciudad. Cada una de las anécdotas que decoran mi memoria de estos 6 últimos meses se la debo a vuestra compañía, paciencia, soporte, risas y alegría. Teclearía entre carcajadas cada una de las historietas por las que hemos pasado, pero confío en que también vosotros las guardéis con cariño en vuestro álbum mental y os las reservéis para comentarlas y re-comentarlas en todos los reencuentros que nos depara el futuro. Ari, Sof, Marta, Toni, Marçal, Guillaume, May, Zoë, Álex… thank you all!

           

A mis visitas, aquellos que invirtieron sus respectivos “breaks” en doce horas de avión y unos días por la gran manzana, sólo para verme. Habéis animado mi estancia y centrifugado mi rutina. Lo he pasado en grande con cada uno de vosotros, he disfrutado de teneos cerca y me ha hecho una ilusión loca poder compartir con vosotros mi pequeña nueva vida neoyorquina. Más que un orgullo ha sido un regalo poder ejercer de anfitriona! Merci a tos, Martu, Jordi, Cris, Byron, Bea, Pepe, Pucho, Guille y Jandro!


Y cómo no, gracias a Uschi, Roberto y Jorge por haberme brindado unas Navidades tan originales, tan mágicas y tan aventureras. ¿Quién dijo que no pudiese plantarse un árbol de Navidad entre llamas y alpacas? Habéis llenado mi disco duro mental a base de anécdotas miles y momentos inolvidables. Buf… mis más sinceras GRACIAS en mayúsculas por hacerme sentir parte de un año tan especial para vosotros. Lo sumo sin duda a mi top ten en viajes y os deseo que sigáis disfrutando de esta fantástica experiencia, aprendiendo y exprimiendo cada país y cada lugar que tenga la suerte de acogeos.


Sí, el tiempo pasa volando. Un día miraré atrás de nuevo y también este momento me quedará lejano. Pero esté donde esté para cuando ocurra, sé que lo recordaré esbozando una sonrisa de satisfacción.

 

¡Gracias!

 

jueves, 28 de enero de 2010

Oh happy day!

Estaba hoy nuevamente en el metro de vuelta a Brooklyn cuando tres individuos han abordado el tren. Han sacado sus taburetes plegables, se han instalado en medio del vagón y han animado dos o tres paradas de trayecto a base de rítmicas melodías. A golpe de bongo han catapultado a más de uno del asiento. Un pasajero no ha podido resistirse y ha acabado dando rienda suelta a sus caderas, deleitándonos con un meneito al más puro estilo Brasil. Varios más hemos sucumbido a la atracción de la improvisación subterránea, acompañando el show con energéticas palmadas.

Realmente, no hay nada como las sorpresas que te llevas en los commutings de Nueva York. ¿Recordáis el anuncio de Marca donde un ejecutivo inspira al resto de pasajeros del metro, cual entrenador de fútbol? Pues al llegar a mi parada me sentía igual. He pisado el andén con firmeza y me he dicho “¡tú puedes!”.  ¿Por qué no? ¿Acaso no es esta la ciudad de las oportunidades?

La vida nos sonríe a diario y con las prisas a veces se nos olvida devolverle la sonrisa. Hoy he decidido que no solo voy a corresponderle, sino que voy a dedicarle un guiño extra. 

lunes, 11 de enero de 2010

Buenas noches

Él recuerda aquellos años como si mirara a través del un cristal de una ventana cubierta de polvo. El pasado es algo que podemos recordar pero no tocar y todo lo que se recuerda es borroso y vago. (Deseando amar)


Volver al pasado es como pasar la yema de los dedos por un marco polvoriento y descubrir las caras que el paso de los años ha ido borrando. Atrás quedan los momentos vividos, reposando en silencio condenados al descanso eterno.

Shhht! Déjalos descansar.


(a mi tía) 

Preguntas

¿Y tú quién eres?

Pasas con aprobado mi primer chequeo: pies, cabeza, ojos… sí, eres de mi misma especia, pero algo te diferencia del resto del vagón.

¿De dónde vienes?

Descarto Urano y pienso… ¿del Bronx? -qué fácil es caer en clichés-. Aclarada la trama demográfica prosigo con mi examen.

¿Quién te acompaña?

Definitivamente, la vergüenza no. Haces oídos sordos al murmullo y eclipsas las las risas esporádicas con un solo oxidado al aroma de cerveza.

¿Quién te espera?

El eco de un “hola!” me abre las puertas a tu casa. Vacío, rugir de puertas, leche caducada y una sola sombra, la tuya. Claustrofobia y oscuridad, tus fieles amantes.

¿A dónde vas?

El tren se para y abandonas el vagón para sentarte en un banco del andén. Te observo mientras retomamos la marcha. Me cruzas la mirada, sonríes y te preguntas ¿y tú quién eres?

miércoles, 6 de enero de 2010

La fuerza del 3

No pretendo atentar contra Tele5, tranquilos creatas, vuestros derechos intelectuales siguen intactos –además me declaro antislogan por sistema-. Esto es más bien fruto de un arrebato sentimental provocado por una de esas eternas esperas en el metro de NY (que un día probablemente incluso acabe echando de menos). Sí, a falta de iPods o similares, y dado que la estación de Bowery no figura entre las más interesantes, me he puesto a darle al coco. Resultado: ¡urra al 3 y a mi capacidad de auto-entretenimiento!

Nunca había reparado en la energía del triángulo. Pensadlo, ¿cuántos tríos conocidos os vienen a la mente? Como mínimo 3, ¿no? Bueno, 4 si incluimos entre los encuestados al sexo masculino, pero teniendo en cuenta el alto contenido emocional del siguiente relato, excluyámoslos directamente (sin ofender! Algo me dice que hasta les esto haciendo un favor…). A lo que iba: el trío calavera, los tres cerditos, los tres reyes magos, etc.

Sí, si lo pienso mi vida gira en torno al 3. Da la casualidad (tampoco creo en las casualidades, pero me sigue gustando la expresión) que sin querer siempre he acabado formando el tercer ángulo. ¿Quién dijo que tres fuesen multitud? La experiencia me dice que es la dosis exacta para la perfecta combinación. Si entre mis lectores se encuentra algún aludido, sólo me cabe agradecerles haberme concedido el honor de completar tal fórmula.

Perdón, me he precipitado con los agradecimientos. Que ¿por qué? Allá va mi teoría:

Somos animales sociales, por lo que el 1 queda automáticamente descartado. Aparentemente el 2 no implicaría inconveniente, cierto, pero también somos humanos y, en consecuencia, emocionalmente susceptibles. O sea, que si dejásemos fluir nuestros arrebatos exclusivamente entre 2, lo más probable es que acabemos retrocediendo al 1 (meeec). El 3, en cambio, permite remitir tales impulsos contra dos “unos”, con lo que para cuando agotamos la paciencia de uno de ellos siempre nos quedará el comodín del uno restante y viceversa. Yo lo llamo la teoría de la compensación. Si ya existe, perdonadme de nuevo, si no os permito un breve “buuuf” por haberme acompañado inútilmente a lo largo de esta infumable comedura de olla. Blame the  MTA New York City Transit.

martes, 5 de enero de 2010

Z en Futurlandia

En los parques de atracciones nos debatimos a codazos las primeras filas de los vagones. Qué sensación más horripilantemente agradable la de sentir como el estómago se abre camino hacia la garganta hasta parecer poder vomitarlo. Masoquismo adrenalínico: el precio que todo ser humano gusta pagar de vez en cuando para recordarse a sí mismo que sigue vivo.

Llevado a un gag cuotidiano podría plasmarse de la siguiente manera: una chica, llamémosla Z, y una agenda por estrenar a día 1 de Enero.  En este caso el motor digestivo experimentaría un estrangulamiento y la sensación de vómito quedaría sustituida por un leve ahogo –lo sé, la cosa no mejora-. Z padece horror vacui. Ante ella reposa indemne el mejor regalo que nos ha cedido la historia: libertad. Folios y más folios en blanco esperando al bautismo. Pero ¿cómo estrenarlos? He ahí la cuestión.

La vigésimo tercera primavera de Z ha culminado en un inmenso interrogante. Finiquitada su larga etapa estudiantil, abandona el pupitre para lanzarse de pleno al vacío: el futuro. Mamá pájaro arroja a sus polluelos del nido para que aprendan a volar. Hoy en día se la podría denunciar por mala práctica y abuso de menores, pero no va al caso. Retomando la naturaleza homo sapiens de Z, sería completamente comprensible y aceptable que decidiese acusar a sus instructores de la misma negligencia que mamá pájaro. Acompañarla de la mano durante todos estos años y abandonarla de pronto al amparo de su yo incierto. ¡Hay que ver!

Z deberá asumir, cómo en su día lo hicieron A, B o C, que atrás quedó el período teen y que llega un momento para todo pájaro y no pájaro de desplegar sus alas y volar si no te la quieres pegar de morros contra el suelo. Ante ella se yergue imponente la década de las decisiones, una montaña rusa en la que de haber sido advertida hubiese elegido el asiento trasero.

Z, abróchate el cinturón que esto despega.

lunes, 4 de enero de 2010

Coloquios cafeinados

A compensaba la gélida tarde neoyorquina a orillas de un brownie flotante, -nada como amistarse con una buena dosis calórica para hacer esta época del año más llevadera-. Por cierto, si hay algo que ofrece esta ciudad son madrigueras. Pequeños, medianos y grandes cafés en los que ivernar en compañía de un buen libro o compartiendo unas risas entre amigos. A falta de ambos, siempre te quedará el vecino de mesa, ese ser curioso que aprovechará cualquier movimiento para entablar conversación.

(Advertencia a los más antisociales: evitar este tipo de espacios. La mayor parte de los habitantes de la gran manzana se perdió aquello de “no hables con extraños”.)

Esta vez el entretenimiento de A pendía de una de estas conversaciones que surgen de un “I’ll have a…” y culminan en un complicado cálculo del dichoso tip (ejercicio en el que, sin ánimo de ofensa, los europeos no brillamos). Más conocidas como “tertulias del huerto”, pues tanto brotan tomateras como malas hierbas. Filosofía y cotilleo, paradójico dos en uno que, acompañado de una buena taza de café, se debaten el top ten de mis momentos favoritos.

La segunda culpable de que a más de uno le pitasen los oídos esta tarde era yo. Entre tema y tema, una perla: “¿por qué no creas un blog?”. Y así, tras un bla, bla, bla sobre los pros y contras de la cultura Blogger, A aniquiló un brownie que nunca llegará a ver realizada esta iniciativa. Estés donde estés, perdónala. Por mi parte sólo me cabe agradecerle a A su confianza o su insensatez. Sea como sea, si sale mal la cosa, perdonadla también vosotros.