jueves, 18 de febrero de 2010

Hoy toca

Cada no sé cuántos días tengo uno de esos días. Sí hombre, sí. Aquellos en los que te levantas contenta y repasas las alegrías que te ha dado la vida últimamente para ver qué ha podido provocar tanto optimismo de golpe. Vale, de acuerdo, hay muchas cosas de las que alegrarse y dar gracias, pero ninguna fuera de lo normal. Pero sonríes.
Te miras al espejo mientras te lavas los dientes y sonríes al verte la boca rebosando de espuma. Te lees la caja de cereales mientras desayunas y sonríes al descubrir que los cornflakes también sirven para rebozar meatballs. Te pones los calcetines, descubres que uno tiene un agujero y sonríes porque se te asoma el dedo. Sí, en lo que llevamos de mañana habré sonreído ya como 30 veces.
Repaso mi semana y entre lo más destacado resalta un tajo que me hice en el pulgar haciendo sangría, un viaje de dos horas ida y  dos horas vuelta a Staten Island para una entrevista y otra tormenta de nieve. He tenido semanas mejores, la verdad… Pero me veo reflejada en la pantalla del portátil y, ¿sabéis qué? ¡Bingo! Sigo sonriendo.
Podría achacarle al colacao mañanero este efecto happiness, pero creo que cada no sé cuántos días toca tener uno de esos días porque sí.
Porque a pesar de la doble sangría que acabé montando, mantengo mi pulgar intacto; porque el commuting a Staten Island duró cuatro horas en vez de cinco y porque gracias a la nieve he podido estrenar mis moon boots.
Todo tiene su lado bueno y su lado malo. Y, aunque a veces parezca difícil alejar la vista del malo, un día como hoy te levantas y te das cuenta que es cuestión de tiempo y que el único lado que persiste es el bueno.

Aquí va un regalito para todos aquellos que deseen contagiarse del “virus rosa”, 5 minutos preciosos recién extraídos de la guinda que adorna las salas de cine americanas estos días, Crazy Heart.  ¡A disfrutarlos!

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